
Por Silvio Amadeo Coppola
Este 24 de abril, se cumple un nuevo aniversario del fallecimiento de Alejandro Olmos, quien naciera en Tucumán el 1.º de mayo de 1924 y falleciera en la ciudad de Buenos Aires, en el año 2000.
Alejandro fue un distinguido abogado, político e historiador, que tomó la difícil tarea de defender a su patria. No como un guerrero en brioso caballo y blandiendo una espada, sino al investigar y tratar de cortar la soga que estrangulaba al país.
Valiéndose para ello de sus especiales conocimientos acerca de la deuda pública argentina, que se conocía y se conoce todavía como deuda externa.
Así siguió indudablemente el consejo del Eclesiastés, cuando en su texto se afirma “. . .que aquél que toma prestado, esclavo, es de su emprestador”.
Consejo que no siguieron ni nuestros políticos, ni nuestros economistas, ni nuestros financistas, ni antes ni ahora, a partir de la lejana fecha de 1824 del Empréstito Baring.

Un extenso trajinar
Alejandro Olmos, ya para 1982, comenzó su lucha, de moderno Quijote, contra el condicionante máximo de nuestro desarrollo como nación y atacó a la supuesta legalidad de la deuda contraída por el gobierno de facto, en el período 1976-1982.
Su lucha fue de estudio, constancia y fe en el derecho que lo asistía y de una soledad impresionante que lo acompañó en su tarea.
Sus aliados en la titánica labor no fueron muchos, pero no obstante eso, su trajín en la lucha de tribunales, fue constante y sin desfallecimientos.
Afectó todo ello su salud, pero el reconocimiento de su país, aunque tarde, nimbó su frente con las glorias del triunfo.
Por eso, aunque para la mayoría de los argentinos sea muy poco conocido, fue uno de los pocos pero verdaderos patriotas, que tuvo la república en los últimos años, sin pedir honores, pero cumpliendo así con las palabras del General José de San Martín, cuando manifestara “No esperemos recompensas de nuestras fatigas y desvelos”.
Producto de su labor inclaudicable, fue el fallo que, pocos días después de su muerte, produjo el Juez Jorge Ballestero (13 de julio de 2000), a cargo del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional n.º 2 de la Capital Federal.
En un meduloso y estudiado fallo, único en los anales de la justicia internacional, gracias a las pruebas que fuera agregando Alejandro Olmos, en una causa que duró dieciocho años de tramitación, donde quedó comprobado que la DEUDA EXTERNA, contraída por el país durante el gobierno de facto entre 1976 y 1982, contenía en su gestión y tramitación, más de cuatrocientos ilícitos, algunos de los cuales adquirían decisivamente el carácter de delitos, que hacían lugar a la acción pública.
Olmos consideró a dicha DEUDA como ilegítima y fraudulenta. Como la misma se hallaba prescripta por el tiempo transcurrido, el Juez envió las actuaciones al Congreso Nacional, en virtud de lo dispuesto por los incisos 4 y 7 del art.75 de la Constitución Nacional, a fin de determinar la acción a seguir.
Desde entonces, sigue durmiendo el sueño, no de los justos, sino más bien de los injustos.
Es así, y es paradójico, que nuestro Foro (Foro argentino de la deuda externa), luchara por años pidiendo que todo lo relativo a la DEUDA EXTERNA, pasase por el Congreso. Como está dispuesto constitucionalmente, para evitar las discrecionalidades del poder ejecutivo y de sus tramitaciones ilegales.

Más endeudamiento, más entrega y miseria para el pueblo
Hoy se ve que el mundo está al revés, el Congreso cede facultades que le son propias y el poder ejecutivo, con o sin decretos de necesidad y urgencia, dispone per se todo lo relativo a la DEUDA.
Los legisladores se quedan en sus bancas callados y mustios, dan poderes sin límites y así este ejecutivo sionista, vende nuevamente al país, contrayendo un nuevo préstamo con el FMI. Al igual que el anterior de Macri de 2018, persigue el solo intento de evitar un default y que los acreedores de los grandes centros de inversión, no puedan seguir cobrando sus acreencias.
Aparte de los negocios de los detentadores del poder, que con el carry trade de la tablita, podrán hacer valer nuevamente su información privilegiada en sus variantes, está lo que significará el acuerdo para la mayoría de los argentinos.
Aparte de haber perdido el honor nacional: más pobreza y miseria, flexibilización laboral, rebaja de sueldos salarios y jubilaciones; disminución de asistencia a la sanidad pública y a la educación; cesación de la obra pública, enajenación de todo lo que tenga valor en el Estado, inclusive las tierras públicas y privadas. Todo ello, para seguir pudiendo pagar a los “inversores”, no a costa de más producción, sino a costa de mayor ahorro sobre el ahorro ya de lo indispensable.
Así, recordamos, dentro de tanta ignominia, la figura de ese gran patriota, que murió sin conocer el fallo, que fue producto de su tenacidad y pasión de vida.
Alejandro Olmos, será siempre un ejemplo para todos, cuando como ahora la desesperanza cae sobre la Patria Argentina y el puñal de la traición, amenaza a nuestros más caros sentimientos de soberanía e independencia.

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